El otro estaba leyendo un libro sobre finanzas.
Hablaba de una persona que quemaba el dinero.
Lo llamaban pirómano.
Seguro que conoces a alguna persona que se comporta de esta manera.
En cuanto cobra quiere hacer un montón de cosas.
Esto le pasa porque quiere quemar el dinero. Cuanto menos tarde en hacerlo mucho mejor.
Cuando lo consigue.
Es la típica persona que se justifica a sí mismo una compra diciendo frases como
“¿Y si me muero mañana?”
“La vida son dos días y ya hemos gastado uno.”
“Para que vas ahorrar, para ser el más rico del cementerio.”
La realidad que hay detrás de estas frases es que se arrepiente mucho de haberlo hecho.
Se grita internamente que la forma de comportarse que ha tenido es impulsiva e ilógica.
Ahora solo le queda comer arroz hasta que llegue el próximo dinero a su cuenta corriente.
Detrás se esconce la insatisfacción de por su trabajo y su vida.
Se merece una gran recompensa por el tiempo que ha estado trabajando o haciendo algo que no le gusta.
Comprar es la forma que tiene de tapar este vacío.
Yo he sido muy derrochador hasta que me di cuenta que ese estilo de vida no era lógico.
Compraba cosas que me daban exactamente igual, simplemente para no reconocer que la vida que llevaba no me gustaba.
Mi percepción de la vida ha cambiado radicalmente y por suerte entendí hace años que necesito pocas cosas para ser feliz.
Que le mayor lujo que puedo disfrutar en mi vida es tomar una cerveza con las personas que quiero.
Que no cambio una cena en un restaurante con 3 estrellas michelín, por una cena en el restaurante de mi barrio con mi familia.
Que las mejores vacaciones las disfruto en un pueblo de la sierra de Cuenca o en casa de mis primas en Málaga.
Que un plato de papas a lo pobre con huevo hecho con amor sabe a gloria.
Las cosas sencillas son las que más nos importan.
Si quieres aprender a construir tu tranquilidad económica.